* de Luis de Góngora
** de Niels Bohr
foto: Samuel Beckett contempla perro y gato, tomado de Entre Gulistán y Bostan

jueves, 19 de mayo de 2011

S. GEORGE y la lingua romana-por Carmen Gómez Gcía.

Stefan George inventa un idioma-Stefan George y la lingua romana-

Carmen Gómez García

Stefan George (Büdesheim, Alemania 1868 - Minusio, Suiza, 1933) suponía la regla, la norma. Entre George y sus acólitos existía la libertad de someterse al maestro; una ética basada en una fidelidad incondicional que atañe desde la educación y formación de un canon literario hasta la asunción de formas de vida rayanas en el ascetismo. George impuso la palabra como centro espiritual y artístico, sancta sanctorum de la existencia —cuyo potencial místico e irracional supo recuperar del romanticismo—, así como un tono excelso, hímnico, elevado. La literatura, ajena a la masa, a la realidad, tendía a la perfección lingüística, únicamente comprensible por una minoría de iniciados.

La obra de George permanece sumida en un ya dilatado letargo no en último lugar a causa de la enorme dificultad que entraña la traducción de una escritura que persigue la renovación del lenguaje mediante el empleo de arcaísmos y la recuperación de la etimología y valor primigenios de la palabra, descubriendo valores y sentidos que habían quedado ocultos con el paso del tiempo. Y sin embargo, cada palabra detenta un valor en sí misma. George absolutiza el arte y por consiguiente el lenguaje. Secundando a Mallarmé y a Nietzsche, critica de forma radical la comercialización de la literatura; la absolutización del arte, la conversión de la literatura en religión, pasa por la autocracia del espíritu, por el divorcio de arte y realidad.

Considerado como el gran simbolista de lengua alemana, controvertido como escritor, maestro y personaje público, Stefan George pasó en España unas pocas semanas de agosto y septiembre de 1889 una vez culminados sus primeros viajes a través del cosmopolitismo londinense y del simbolismo francés, los cuales dejaron una honda impronta en alma y obra del joven artista y han sido, por tanto, ampliamente documentados. Sin embargo, nunca se había rastreado la profundidad de la huella que la estancia en España del poeta imprimió en sus escritos, pese al interés que había desarrollado por el español. En este interés se halla el origen de la lingua romana, una lengua que el mismo George había creado a semejanza del español y que utilizó en varios textos tempranos.

1. El joven George

Nacido el 12 de julio de 1868 en Büdesheim bei Bingen, George se trasladó en 1873 a Bingen, donde su padre se dedicaría al comercio del vino. El joven poeta creció en un ambiente de clase media, influido además tanto por el severo catolicismo de la madre como por el amor a la naturaleza y a los paisajes que el Rin dibujaba en sus orillas, empapados del Imperio Romano. En palabras de su amigo Friedrich Gundolf, los tres elementos que mejor resumen su obra son Rin, Antigüedad Clásica e Iglesia [1] .

Carl Rouge, amigo de la infancia, recuerda que, durante sus años de colegio, George mostró un don especial para las lenguas. No en vano en aquel tiempo aprendió inglés, francés, italiano, español, latín, griego y hebreo (a los que más tarde se añadieron danés, holandés, noruego y polaco), escribió sus primeros versos y se hacía llamar Etienne tanto dentro como fuera de casa, donde se hablaba francés.

Ya en el colegio se rodeó de un grupo compuesto de poetas adolescentes y otros jóvenes interesados en la literatura que nunca habían escrito una línea —en parte porque también tenía que haber oyentes, según afirmaba el mismo George—. En los inicios de esta sociedad se comenzó a practicar un hábito instituido por George: la utilización de una lengua artificial que él mismo había creado y que delataba una notable afluencia de raíces griegas. No obstante, George, ya antes de aquella aventura escolar, había desarrollado otras lenguas. Entre ellas, para su califato de Amhara, del que él mismo hacía las veces de protagonista, se inventó, a la edad de ocho años, el imri, en palabras de su amigo Klein “una extraña lengua secreta, completamente incomprensible para los no iniciados” [2]. De esta lengua que ideó de niño solo ha quedado un pequeño giro: Amhara alai tunis alsa, que manifiesta una ligera cercanía al árabe o, cuando menos, la sonoridad que George le atribuía, y que lamentablemente nadie ha sido capaz de descifrar.

George concedió gran importancia al hecho de haber pergeñado no solamente una, sino varias lenguas, como él mismo afirma en el anexo a Die Fibel:

Die Zeichnungen in Grau (“Apuntes en gris”) así como la primera de las Leyendas fueron primero escritas en una lengua propia, llamada lingua romana, de gran semejanza al español. Sin embargo, ésta no guarda relación alguna con las otras lenguas inventadas de la etapa infantil (como los versos finales de Ursprünge [“Orígenes”], de El séptimo anillo) [3] .

Estos dos versos que cierran el poema “Ursprünge (“Orígenes”):

CO BESOSO PASOJE PTOROS

CO ES ON HAMA PASOJE BOAÑ [4]

y que, en consonancia con Ernst Morwitz, adscribo a otro idioma más inventado por George durante su adolescencia —esta vez a expensas del griego— [5], delatan el profundo significado que a lo largo de toda su vida detentaron las lenguas, extranjeras o inventadas. No se trata de un juego lingüístico, sino de una necesidad interior, como más adelante el mismo George comentaría al respecto del francés o de la lingua romana:

"hacer poesía en un material verbal extranjero · lo cual posiblemente interprete el profano como traviesa extravagancia · tiene su parte de necesidad. En el poeta se ensamblan los sonidos de la lengua extranjera en la que siente se mueve y piensa de una forma parecida a la lengua materna. No es solo el estímulo de componer · sino valga como inicio el uso exclusivo del francés en las estadías más prolongadas de París y Bruselas. De un modo similar el español había tenido ya su influencia en la Lingua romana de las Leyendas · de la que el poeta se sirvió casi de forma exclusiva con sus amigos españoles en los primeros meses berlineses del 89 · cuando todavía le faltaba trato con alemanes" [6].

Asimismo, en la poesía “Kindliches Königtum” (“Reino Infantil”), de Das Buch der hängenden Gärten (“El libro de los jardines colgantes”), se lee un verso tan paradigmático del gusto por lo exótico y lejano como representativo de las primeras creaciones del poeta: “Die lust an fremder pracht und ferner tat” (El deseo de magnificencia extranjera y acto lejano) [7]. La invención de lenguas artificiales, además del aludido anhelo de exoticidad, remite a un precoz afán escapista del joven George así como conlleva la disolución de su entorno y por ende su aislamiento. Por otro lado, la realidad se siente y aprehende de una otra forma: la nueva palabra se asocia a una nueva realidad, más aún, ES la nueva realidad. Esa huida del entorno, de la cotidianidad, se convierte, en el George maduro e incluso tardío, no ya en el intento de crear dicha nueva realidad, sino de que ésta penetre el mundo tangible empleando la palabra como puente.

Sería de uno de aquellos encuentros de escolares de donde partiría la idea de fundar una revista, también dotada de fotografías, y que habría de llamarse Rosen und Disteln (“Rosas y cardos”), la cual guardaría una estrecha relación con la futura Blätter für die Kunst (“Hojas para el arte”).

2. Años de peregrinaje

Nada más haber obtenido el equivalente a su “Selectividad” en 1888, comenzó para George un periplo que le llevaría a Londres (mayo de 1888), Montreux (octubre de 1888), Milán, París, España, de nuevo París, Copenhague, Venecia, Viena, de vuelta a Londres, a París y por último a Viena, todo ello entre mayo de 1888 y diciembre de 1891. George entendió los viajes como un aspecto crucial de su formación, tal y como escribe el uno de diciembre de 1888 a Arthur Stahl, su amigo y compañero de colegio:

Nuestro pueblo de las orillas del rin tiene más spirit y más verve porque ha estado más en contacto con el mundo [...]. El contacto con otros pueblos otras costumbres otra sabiduría (este es el caballo que tanto me gusta cabalgar) es el mejor medio para desarraigar toda rigidez todo deslumbramiento toda estupidez toda servidumbre en resumen toda habilidad perniciosa de los pueblos [8] .

En esta carta, en la que se asoma ya el futuro poeta, se advierte la relación inmediata que para George detenta el lenguaje con lo designado, o dicho de otra forma, las características físicas de la palabra y aquello que designa. En consecuencia, líneas más delante de este párrafo citado, George escribe a Stahl en francés para ensalzar las diferencias que adornan la Suiza francófona con respecto a Alemania e Inglaterra:

On ne peut pas s’imaginer une différence plus grande que celle qui est entre mes environs ici en Suisse, et mes environs en Angleterre. D’un côté, la dignité, la tranquillité la plus cérémonieuse, d’autre côté la vivacité et l’agilité jamais s’endormant [9] .

Como bien se sabe, decisivo fue, además del viaje en sí, el encuentro que mantuvieron en 1889 George y el grupo de simbolistas franceses, entre cuya influencia destaca la ejercida por Mallarmé. Directamente de París, donde conoció a tres mexicanos, Antonio Peñafiel y sus dos hijos —Porfirio y Julio—, George viajó a España [10]. Ha de tenerse en cuenta que la elección de España no deja de ser “extraña” en tanto que, desde Goethe, Italia se había convertido en sinónimo del sur, huida, fascinación, abundancia de sensaciones sensoriales, bucólica simplicidad y aprendizaje. En su viaje por España, George casi no contaba con predecesor alguno. Es más, comparando ambos países mediterráneos, George llegaría a afirmar que España es más árida y remota que Italia, tanto geográfica como históricamente, y que las relaciones entre Alemania e Italia eran más estrechas, por lo que todo de España resulta ajeno, extraño [11].

Una vez de vuelta a Berlín, George volvería a frecuentar un ambiente en lengua española, tanto, que presumiría de hablar más español que alemán: en el invierno de 1889/90, George se reencontró con sus amigos mexicanos, con quienes practicaría español y quienes le hicieron concebir una idea de México que le atraería hasta el punto de que, junto con el suizo Maurice Muret, albergó la ilusión de emigrar a un país que no guardaba ninguna relación con el México real, destrozado por las guerras civiles. El México que le fascinaba no existía más que en su propia imaginación, de manera que el plan de emigración forjado por George consistía en la huida de una realidad, la “complemento concreto a su ‘lingua romana’” [12], que a su vez correspondía a un mundo histórico. Lo que al parecer le seducía, según Boehringer, era la mezcolanza de magia y encantamientos, fe inquebrantable y superstición, conjuros y plasticidad, con la que un pueblo antiguo y orgulloso, aún no subyugado a la maquinaria, había mantenido su forma de ser y, en una era sin dioses, seguía celebrando sus fiestas [13] .

Sea como fuere, George no se identificaba ni con la Alemania de aquel tiempo ni con los poetas y escritores contemporáneos, de los que abominaba. Según Carl August Klein, amigo y más adelante colaborador en Blätter für die Kunst, George evitaba los círculos de sus homólogos “que le ofendían el oído con la fealdad de sus tonos malsonantes” [14]; les reprochaba ofrecer solo palabras duras, carentes de colorido y de atractivo, “faltas de veneración por el resplandor y plenitud del ritmo, de devoción por la sinceridad y pureza del verso” [15], de manera que George resarcía sus oídos con los sonidos para él fascinantes de las lenguas mediterráneas. Incluso durante un tiempo calibró la idea de escribir en otra lengua que no fuera la suya, de lo que imri, la lingua romana y demás constructos lingüísticos no documentados no son sino meras muestras.

3. El español y la lingua romana

A diferencia de las impresiones más o menos generales que España había dejado en el poeta alemán, sí puede comprobarse, en cambio, la impronta que el castellano ha dejado en su obra. En primer lugar, George adaptó al alemán poemas de escritores españoles hoy día casi desconocidos. Parece que tuvo en la mano el volumen titulado Cantos de un mudo, de Constantino Gil, libro en el que aparece el poema “Hombres y niños” [16], cuya traducción, “Menschen und Kinder” [17], publicó en Die Fibel:

Hombres y niños

Menschen und Kinder

Casi todos los niños

Fast alle kinder

Que están durmiendo,

In schlafes armen

Parece que se ríen

Scheinen zu lächeln

Allá entre sueños.

Süss unter träumen

Pero, se observa,

Doch man bemerkt dass

Que casi todos lloran

Fast alle weinen

Cuando despiertan.

Wenn sie erwachen.

Sueños, las ilusiones

Schlaf sind die täuschungen

Son en la vida;

In unsrem Leben –

Y mientras las tenemos,

Während sie herrschen

Tenemos risa.

Dürfen wir lachen

Pero, al perderlas,

Doch beim schwinden wir

Lloramos como niños

Weinen wie kinder

Que se despiertan.

Wenn sie erwachen.

Como puede comprobarse en esta adaptación, George retoma el contenido del poema para, ante todo, dotarlo de ritmo y hacerlo suyo. Obvio es que George no traducía, sino que empleaba material lingüístico, independientemente del idioma que fuera, a partir del cual elaborar sus propios versos. George trabajaba con la palabra en bruto, no con el francés, inglés o castellano. Los idiomas en sí le eran indiferentes puesto que se trataba de Literatura, de Palabra, de su esencia y de sus ecos [18]. No dominaba lenguajes, sino que George era más bien un investigador y posterior maestro de ritmos y sonoridades que supo adaptar a su poesía, algo próximo al estudio del lenguaje por parte de Borges, quien de todas las lenguas extranjeras, también del alemán, aprendía técnicas para “amillonar el idioma” [19]. El lenguaje, lejos de quedarse en “herramienta”, es fruto de inspiración, materia maleable y viva con la que el poeta se funde. Además de “Menschen und Kinder”, George confeccionó otra adaptación de un poema de Ramón de Campoamor: “Concierto de campanas”, en el que igualmente puede constatarse la búsqueda de ritmo y sonoridad a partir de un motivo dado:

Das Glocken-Konzert-El concierto de las campanas

Por un nacido allí imploran,

Für einen Gebornen hier sie sich einen

Y aquí por un muerto lloran:

Die dort für einen Toten weinen.

Cuando allí tocando están

Hier klingen sie aneiander an

¡Din, don, din, dan!

Din don din dan

Tocan aquí en bronco són.

Dort rauschen sie in dumpfen ton

¡Din, dan, din, don!

Din dan din don.

Allí un vivo, y aquí á un muerto.

Einer beginnt ein andrer ist am ziele . .

A tan monstruoso concierto

Dem ungeheuerlichen spiele

Labrando mis goces van,

Gebrochen meine freuden nahn

¡¡Din, don, din, dan!!

Din don din dan

Su tumba en mi corazón [20].

Mein herz birgt ihre gräber schon

Din, dan, din, don!!

Din dan din don.

¡Ay, cuán falsamente unida

Ach wie ist der tod dem leben

Va con la muerte la vida!

So zu unrecht beigegeben.

¡Din, don, din, dan!

Din don din dan

¡Qué inútil es nuestro afan!

Alles unser tun ist wahn.

¡Qué breves las dichas son!

Wie schnell eilt das glück davon

¡Din, dan, din, don!!

Din dan din don.

Caso algo distinto es el que ejemplifica “Rosa galba”, poema que escribió originariamente en lingua romana y que posteriormente autotradujo al alemán. En lingua romana, George compuso el fin de la primera Legende (“Leyendas”) en Die Fibel y el resto de las poesías de Zeichnungen in Grau —además de “Gelbe Rose”, “Friede” y “Das Bild”— [21]. Se trata de tres poemas que Maurice Muret recibió de puño y letra de George con su correspondiente dedicatoria: “A meo amico amato e colega apreciato Maurice Muret” [22]. Los otros dos poemas, “Paz” y “La imagen”, no se conocieron hasta que Muret no los publicó en un artículo necrológico editado en 1934 [23].

Rosa galba

Gelbe Rose

En la atmosfera calida tremulante de odores

Im warmen von gerüchen zitternden luftkreis

En la luz argentea de un de fallaz

Im silbernen licht eines falschen tages

Ella respira circunfundida de un galbo fulgor

Hauchte sie von gelben glanz umgossen

Envelata toto en una seta galba

Ganz gehüllt in gelbe seide

Multo vagamente con aria extranea

Fast gestaltlos mit fremdem aussehn

No lassando devinar distinctas formas

Nur lässt sie bestimmte formen ahnen

Que si sua buca se contracta en moriento subridor

Wenn sich ihr mund zu sterbendem lächeln verzieht

E suas spatulas o suo seno en un leve altiar

Und ihre schulter ihr busen zu leichtem zucken

Dea misteriosa de Brahmatputra o Ganges

Göttin geheimnisvoll vom Brahmaputra vom Ganges

Pareceste creato de cera inanimata

Du schienst aus wachs geschaffen und seelenlos

Sin tuos oelos densamente ad umbratos

Ohne dein dichtbeschattetes auge

Cuando lassos del reposo subito se levaron

Wenn es der ruhe müd sich plötzlich erhob

En “Rosa galba” se pone de manifiesto la influencia que tanto el latín como el italiano ejercían sobre el “español” del poeta. Por un lado, la mezcla español-latín quizá abunde en el afán característico de George por recurrir a la etimología de la palabra, además de remitir a una posible intención de buscar sonidos que a los oídos de un alemán se le antojen más antiguos por lejanos y desconocidos. Por otro, estos versos permiten adivinar sonidos y estructuras más propias del italiano, lengua mucho mejor conocida por George —ya de niño estaba familiarizado con la obra de Dante, Petrarca y Tasso [24], además de que, a partir del 1900, comenzaría a traducir La divina comedia— y más cercana a los alemanes del cambio de siglo. Con todo, no cabe duda de que con esta lengua “mediterránea”, “del sur”, George pretende alejarse del alemán y de su realidad “en alemán” [25]. De hecho, poco tiempo después de publicar Die Fiebel, el mismo George escribiría: “La Alemania de aquel entonces era insoportable; ¡piense en Nietzsche! Si me hubieran retenido habría puesto una bomba; o me habría venido abajo, como Nietzsche” [26] . En vez de tirar una bomba, George resolvió su angostura traduciendo Las flores del mal y escribiendo en lingua romana. De esta forma, lo que George buscaba y supo plasmar en la poesía de sus comienzos es la fascinación escapista de lo lejano, lo “románico”, es un nuevo tono que intentó transmitir a la lengua alemana y transformar así su entorno:

A partir de este verso de las Pilgerfahrten (“Peregrinaciones”) se entiende la “fascinación románica por la lejanía” que subyace a los comienzos de George: en vano buscaba en la literatura alemana los tonos comprensibles y a la vez ajenos, el colorido claro y a la vez intenso, la forma determinada y a la vez extasiada de las literaturas vecinas [27] .

4. Crisis del lenguaje

El 2 de enero de 1890, esto es, al poco de su periplo por España, George escribe a su amigo Arthur Stahl:

Amico de meo cor!

El tono elegico con que parlas en tua letra de nostra correspondencia longamente interrompida me ha magio commovido que el vituperio fortisimo.

Por el amor de dios habrás exclamado en qué lengua me escribe este, lo principal es que me entiendes [...]

La idea que desde mi juventud me atormenta y me hace padecer toda suerte de tribulaciones, que en determinados periodos me importuna una y otra vez, ha vuelto a apoderarse de mí desde hace poco tiempo: me refiero a concebir yo mismo una lengua literaria para mis propios fines a partir de material claro, románico, de similar sonoridad así como fácilmente comprensible. Los motivos de por qué no quiero escribir en mi lengua materna alemana no puedo exponértelos en este espacio tan reducido. (Al principio de la carta tienes una prueba). En ello radica también el motivo de por qué desde hace ya lunas no escribo nada, porque sencillamente no sé en qué lengua escribir. Sospecho que la idea desparecerá de mi interior o me convertirá en un mártir [28].

Se trata de un enmudecimiento parecido al de Hofmannsthal y que guarda relación con la crisis del lenguaje de la que también Mallarmé se había hecho eco. Más aún, el silencio se había convertido en un motivo recurrente para la literatura de principios de siglo [29] , silencio, por otra parte, que no es admisible sin un lenguaje interior, intransmitible, que se lleva a cabo en el silencio si bien, indefectiblemente, en el seno de la lengua. La acentuación del enmudecimiento, del silencio, concierne también a la relación del ser humano con la realidad, con la conciencia del yo, dado que el momento de silencio se entiende como un estado previo a la mística que deriva de la superación de la dualidad yo-mundo, sujeto-objeto, mundo interior-exterior, espíritu y alma, por medio de la fusión del individuo, lo cual confluye en la fusión silenciosa del yo con las cosas.

Habitante entre el carácter estático de los conceptos abstractos, de lo transmitido, y la realidad, en transformación constante, el ser humano se convierte en esclavo de su propio lenguaje. Se niega así la objetividad y el escritor, por medio del lenguaje, se refugia bien en la mística del silencio, en un individualismo asocial, bien en un activismo vital. Es sin embargo Gustav Landauer quien, influido por la mística del medioevo, propone una transformación creativa y consciente del lenguaje, que equivale a la realidad. Por ello, la renovación de la sociedad depende de la renovación del lenguaje, que habría de derivar en una nueva Wortkunst, y cuyo comienzo se advertía en la poesía simbolista de Hugo von Hofmannsthal y de Stefan George. La renovación del lenguaje poético, sin embargo, únicamente es posible en tanto se dota al arte de un nuevo sentido. George sí confiere al arte un sentido más allá de la existencia humana.

5. La palabra

El lenguaje de George destila algo de primitivo, de escueto, que asimismo se manifiesta en la tipografía empleada en sus obras. Desde un punto de vista externo, George no facilita al lector el acercamiento a su literatura: utiliza un tipo de letra inusual para sus coetáneos, la llamada Karolingische Minuskelschrift, es decir, escribe los sustantivos en minúscula tal y como se hacía en la Edad Media y así como había prescrito Jakob Grimm, lo cual contribuía a su deseo de obligar al lector a leer despacio y concentrado, a hacerse acompañar por el oído y forzar a una lectura palabra por palabra, esto es, lo que el mismo George siempre había postulado [30].

Por otro lado, parece que lo que le fascina, además del fenómeno físico del lenguaje, de su sonoridad —ligada al pensamiento, como diría Herder—, son las imágenes, los símbolos peculiares de cada forma de pensamiento. El pensamiento, en consecuencia, no es independiente de la cualidad sonora del habla. Es más, las diferencias habidas entre los distintos idiomas implican que éste se expresa, se articula de formas distintas [31].

Todo ello se vincula con el deseo que George siempre abrigó de crear un lenguaje secreto, lo cual subraya el papel profético, mesiánico, incluso prometeico que George confiere al poeta. En la relación de trocar su lenguaje común, el lenguaje empleado para el uso cotidiano, por una lengua propia, se advierte un sentido religioso que se remonta a la Biblia: Dios habló y creó. A su imagen y semejanza, el poeta, mediante la palabra, a la que está supeditado, crea otros mundos. Y de ahí la importancia de su viaje por España, del español, no tanto como objeto lingüístico sino como materia a partir de la que confeccionar su propio lenguaje poético y, en consecuencia, crear lo designado.

1. Friedrich Gundolf: George. Berlin: Bondi, 1920, pp. 32-33.

2. Véase Manfred Durzak: Der junge Stefan George. München: Fink, 1968, p. 22.

3. "Die Zeichungen in Grau sowie die erste der Legenden waren zuerst verfasst in einer eigenen nach dem spanischen angeähnelten lingua romana. Diese steht jedoch in keinem zusammenhang mit den erdachten sprachen der kindheit-stufe (wie die schlussverse der Ursprünge im Siebenten Ring)."

Stefan George: Die Fibel. Berlin: Bondi, 1927, p. 129. Texto traducido por Carmen Gómez García.

4. Stefan George: Die Gedichte. Tage und Taten. Stuttgart: Klett Cotta, 2003, p. 575. Se desconoce el significado de estos versos.

5. Véase Robert Wolff: Studien über Stefan George. Bingen: Gesellschaft zur Förderung der Stefan-George-Gedenkstätte im Stefan-George-Gymnasium Bingen e.V., 1981, p. 75.

6. “...das dichten in fremden sprachstoff · das der laie leicht für spielerische laune nehmen kann · hat aber seine notwendigkeit. In der fremden sprache in der er fühlt sich bewegt und denkt fügen sich dem dichter die klänge ähnlich wie in der muttersprache. Nicht die anregung von gedichten allein · sondern der ausschliessliche gebrauch des Französischen in den längeren aufenthalten zu Paris und Brüssel muss als ursprung gelten. Ähnlich hatte schon für die Lingua romana in den Legenden das Spanische seinen einfluss gehabt · dessen sich der Dichter mit seinem spanischen freunden die ersten berliner monate 89 fast allein bediente · wo ihm deutscher verkehr noch fehlte”.

En el anexo al volumen del volumen Die Bücher der Hirten– und Preisgedichte, der Sagen und Sänge und der hängenden Gärten. Citado según Wolff, op. cit., p. 77. Texto traducido por Carmen Gómez García.

7. George: Die Gedichte. Tage und Taten, op. cit., p. 246.

8. "Unser volk am rhein hat einfach deshalb mehr spirit und mehr verve weil es mehr mit der welt in berührung kam […]. Berührung mit anderen völkern anderen sitten anderer weisheit (das ist das pferd auf dem ich so gerne trabe) ist das beste mittel zur ausrottung aller steifheit aller verblendung alles stumpfsinns aller knechtschaft kurz alles schlimmen im geschicke der völker".

Aquí citado según Boehringer, op. cit., pp. 29-30. Texto traducido por Carmen Gómez García.

9. Boehringer, op. cit., p. 30.

10. Con ellos habló casi exclusivamente en español. Según parece, fueron ellos quienes le inspiraron la idea de hacer un viaje por España que, según cuenta Sain-Paul en sus memorias, hicieron juntos, pese a que George siempre ha insistido en que viajó solo. Véase Robert Norton: Secret Germany . Stefan George and his circle . New York: Cornell, 2000, p. 55.

11. Norton, op. cit., p. 56.

12. Boehringer, op. cit., p. 36.

13. Ibidem.

14. Carl August Klein: “Der junge Stefan George. Aus den Jahren ersten Zusammenarbeitens”, en Die literarische Welt, 1931, nº 41, pp. 3-4, aquí p. 3. Traducido por Carmen Gómez García.

15. Ibidem.

16. Constantino Gil: Cantos de un mudo. Madrid: Imprenta de D.A. Pérez Dubrull, 1883, p. 47.

17. George: Die Fibel, op. cit., p. 55; o George: Gedichte. Tage und Taten, op. cit, p. 45.

18. “Schüler der Franzosen ist er genau so sehr wie der Bildhauer der Schüler des Marmors oder der Segler der Schüler des Windes. Da es freilich keine Sprache an sich gibt, sondern nur die Sprache bestimmter Menschen die das und jenes zu sagen haben, so hat George auch als Übersetzer die ganzen Inhalte seiner Originale bis zum Grund mitgespürt und von der Sprache aus so mit-erlebt wie Schlegel die Inhalte Shakespeares”.

Véase Gundolf, op, cit., p. 51. Texto traducido por Carmen Gómez García.

19. Véase Ana Gargatagli Brusa: Jorge Luis Borges y la traducción. Bellaterra: Barcelona, 1994, pp. 319-320.

20. Ramón de Campoamor: Poesías escogidas. Madrid, 1879, p. 27, y GEORGE, Die Fibel, op. cit., pp. 56-57.

21. George: Die Fibel, op. cit., pp. 90-93.

22. Boeringer, op. cit., pp. 36 y 274.

23. Ibidem.

24. Rouge, op. cit., p. 21 y Boehringer, op. cit., p. 24.

25. Véase Durzak, op. cit., p. 36.

26. “In Deutschland war damals nicht auszuhalten; denken Sie an Nietzsche! Ich hätte eine Bombe geworfen, wenn man mich hier festgehalten hätte; oder ich wäre wie Nietzsche zugrunde gegangen”.

Citado en Osterkamp, op. cit., p. 237. Texto traducido por Carmen Gómez García.

27. "Von diesem Vers der Pilgerfahrten aus versteht man den “romanischen Fernzauber” dem Georges Anfänge unterlagen: die faßlichen und zugleich fremden Töne, die klare und zugleich satte Farbe, die bestimmte und zugleich entrückte Form der Nachbarn suchte er im deutschen Schriftum vergeblich."

Gundolf, op. cit., p. 67. Texto traducido por Carmen Gómez García.

28. “ Um gottes willen wirst du ausrufen in welcher sprache schreibt denn der mensch hier, die hauptsache ist dass Du die verstehst [...]. Der Gedanke, der mich von jugend auf geplagt und heimgesucht hat, der in gewissen perioden sich wieder und wieder aufdrängte hat mich seit kurzem wieder erpackt: Ich meine der gedanke aus klarem romanischen material eine eben so klingende wie leicht verständliche literatur sprache für meinen eigenen bedarf selbst zu verfassen. Die gründe, weshalb ich [in] meiner deutschen sprache nicht gern schreiben will kann ich dir auf diesem gemessenen raum nicht auseinandersetzen. (Im anfang des briefs hast Du eine probe). Darin liegt auch der grund weshalb ich seit monden nichts mehr verfasse, weil (ich) ganz einfach nicht weiss in welcher sprache ich schreiben soll. Ich ahne, die idee wird entweder bei mir verschwinden oder mich zum märtyrer machen“.

Carta de George a Arthur Stahl, consultada en el Stefan-George-Archiv, de Stuttgart. George II, 5853. Texto traducido por Carmen Gómez García.

29. Hofmannsthal muestra una relación ambivalente de lenguaje y silencio en Der Schwierige; también Rilke en el soneto XX de los Sonette an Orpheus.

30. Véase Rudolf Borchardt, “Der Dichter und seine Zeit. Die Gestalt Stefans Georges II”, en Deutsche Allgemeine Zeitung. Unterhaltungsblatt, 1928, pp. 1-2, aquí p. 1; y Durzak, op. cit., p. 235.

31. Véase Michael Pfeiffer: “De la grammatología en el siglo XIX. Teoría de la escritura en Wilhelm von Humboldt y Ferdinand de Saussure”, en Olivier, Gabriel, Helena Puigdoménech y Marisa Siguan (coods.), Romanticismo y fin de siglo. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1992, pp. 343-347, aquí pp. 346-347.

domingo, 1 de mayo de 2011

los hilos no se ven, la araña sí- el misterio de los asuntos exteriores


Juan Carlos I de Borbón con Muhammar El Gadafi
en el Palacio Real de Madrid,18 diciembre 2007


Contra la Monarquía: una crítica que quema
http://www.rebelion .org/noticia. php?id=60712

Jaume Asens Diagonal

Siempre será preferible la quema de símbolos del poder a que el propio poder acabe abrasando espacios de crítica a los que no es posible renunciar.

La desmedida reacción penal ante la sátira de El Jueves sobre la familia real comportó un esperpéntico retroceso a los años de la Transición. A los tiempos sombríos del Papus y de la censura. Esta vez, sin embargo, al conocerse la noticia de la requisa, los ejemplares de la revista volaron de los quioscos. Miles de internautas colgaron en la red la viñeta de la discordia. En el mundo de la comunicación global, el secuestro contribuyó a lo contrario de lo que pretendía: dar publicidad a la burla y asegurar su reproducción. Pero el efecto contagio no se detuvo allí.

De los periódicos y la red, la protesta pasó a la calle. El último episodio de estas reacciones fueron las diferentes manifestaciones en las que se quemaron fotos del rey. Llegados a este punto, el debate pasó a exceder la discusión sobre el peor o mejor gusto de unas caricaturas: ¿hasta dónde debería llegar, en un sistema que se pretende democrático, la crítica a las instituciones y símbolos públicos?

Príncipes o Mahoma

Si las chanzas en cuestión se hubieran producido en otro continente, la respuesta habría sido seguramente más clara. Con frecuencia, el espíritu crítico se rebela cuando algún poder foráneo pone cortapisas a la disidencia religiosa o política. Pero desaparece cuando las diatribas ofenden las propias creencias. No pocos intelectuales y políticos españoles desenfundaron a Voltaire ante la protesta de grupos musulmanes contra una viñeta que se burlaba de sus emblemas religiosos. ¿Por qué mofarse de Mahoma es un ejercicio de libertad de expresión y un delito burlarse de los príncipes de Asturias?

Los defensores de la actuación penal frente a los humoristas invocaron la “dignidad” de los miembros de la familia real y recordaron que la libertad de expresión no incluye el derecho al
insulto. No obstante, no puede tratarse igual un “insulto” o ataque al “honor” a los miembros de una institución pública que a un ciudadano de a pie. Sobre todo si esa institución, como ocurre con la Monarquía española, carece prácticamente de responsabilidad política y jurídica.

En otras monarquías parlamentarias, la protección de la Corona suele ser más “inteligente”, lo que incluye un amplio margen para la crítica de la institución. En Inglaterra, por ejemplo, las
caricaturas a la familia real se remontan a tiempos previctorianos y resultan usuales en la prensa amarilla. En otros países monárquicos como Suecia, Dinamarca, Holanda o Noruega existe análoga tolerancia. En el caso español, en cambio, el respeto a una institución terrenal como la Monarquía es casi el mismo que se profesa hacia una figura considerada sagrada, como la de Mahoma, en los países islámicos.

“Respetable”

El celoso blindaje de la Monarquía en el sistema español explica, asimismo, la persistencia de la crítica republicana. En Cataluña, por ejemplo, las manifestaciones antiborbónicas no son cosa nueva. Ya en 1868, durante la llamada revolución gloriosa, un grupo de partidarios liberales arrojaron desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona un retrato roto de la reina Isabel II. Este tipo de manifestaciones, con mayor o menor alcance, se han repetido hasta nuestros días.

En realidad, podría decirse que, como mínimo desde la revolución francesa, los símbolos del poder, político o religioso, siempre han sido satirizados o ridiculizados. Aquí y en cualquier parte del mundo. Ya sea desde la soledad del sótano de una imprenta o entre el gentío de un festejo popular, como muestran las fallas valencianas o los carnavales gaditanos. Tales actos de ofensa callejera se inscriben en una vieja tradición de teatralizació n de desavenencias o desafectaciones ciudadanas frente a símbolos de poder que se consideran -justa o injustamente- arbitrarios. Quizá por eso suelen tener una mayor carga vindicativa que la simple sátira de papel, y suscitan mayor desasosiego en ciertos sectores políticos e intelectuales ‘respetables’. No obstante, una sociedad democrática debería ser capaz de verlos, no tanto como ataques al orden público, sino como un sano ejercicio de libertad ideológica y de catarsis ciudadana.

Difícil encaje

Muchos de los que se indignaron ante la condena por el “ultraje al rey” del periodista Ali Lmrabet en Marruecos, ahora aplauden, o cuando menos guardan silencio, ante la petición fiscal de cárcel para el joven de Girona y para quienes, como él, se han autoinculpado en la quema de símbolos monárquicos. No faltará quien sostenga que la diferencia reside en que “allí no hay democracia pero aquí sí”. No obstante, es precisamente cuando la crítica ‘quema’, y no cuando se
adapta a los cánones establecidos de lo ‘admitido’, cuando se ponen a prueba las credenciales democráticas de un ordenamiento jurídico. En Estados Unidos, la jurisprudencia que sitúa las quemas de banderas y otros símbolos públicos bajo el amparo de la Primera Enmienda se basa
en un razonamiento de este tipo.

No es esto lo que está ocurriendo en el caso español. Entre otras razones, porque muchas de estas críticas podrían subsumirse en alguno de los delitos contra la corona contemplados por el Código Penal. Esta previsión, junto a muchas otras que garantizan a la Monarquía un estatuto de privilegio e impunidad, se presta a aplicaciones de difícil encaje en un régimen que garantiza el pluralismo político, indisolublemente unido a la libertad ideológica.

Abrasando

A casi un siglo de la persecución de Valle Inclán por sus ácratas invectivas contra la Corona, o de la condena a prisión de Unamuno por “ultraje al rey”, la mitificación de la Monarquía como símbolo intocable de la Transición sigue siendo fuente de tabúes y un obstáculo a la libre discusión pública. La crítica frontal de este mito, por tanto, no puede considerarse un gesto extremista, como pretenden tanto la oposición como el propio Gobierno. Es una condición indispensable para asegurar la vigencia de principios republicano- democráticos elementales: desde la publicidad y revocabilidad de los actos de poder hasta la periodicidad de las funciones. Mientras tanto, siempre será preferible la quema de símbolos del poder a que el propio poder acabe abrasando espacios de crítica a los que no es posible renunciar.

* Jaume Asens es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
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publicado en lafogonera el 19 de diciembre 2007