* de Luis de Góngora
** de Niels Bohr
foto: Samuel Beckett contempla perro y gato, tomado de Entre Gulistán y Bostan

domingo, 15 de julio de 2012

La traducción de Borges de Macbeth--Leandro Fanzone



[...]Hay un movimiento cada vez mayor en favor de que se traduzca a Shakespeare a un inglés moderno (lo que nosotros tenemos hace mucho tiempo en castellano, como decía en el texto anterior), es decir, que se simplifique la forma para poder apreciar lo que hoy se tiene por valor: el fondo. "Queremos entender a Shakespeare", piden los modernizadores; "Shakespeare es también su idiosincracia estética, su forma de usar la lengua", dicen los conservadores. Los últimos disfrutan a Shakespeare con una lectura detenida, se deleitan con su manera de escribir; los primeros son los que quieren quedarse sólo con el Shakespeare del teatro, los que buscan la trama y los personajes de esa trama. Podemos seguir la contraposición de estas dos visiones de Shakespeare, el literato y el dramaturgo, con Borges, o a través del Borges que escribe Bioy en su diario. Borges dice, en 1969:
BORGES: «Parece que Shakespeare escribía dos textos para cada pieza; uno para darse el gusto de escritor y otro para la representación, el acting text; se cree que de Macbeth sólo sobrevive el acting text y de las demás piezas el primero, el literario. Por eso Macbeth es la mejor de sus piezas».
Ahí hay un primer gérmen del cual podemos partir: Shakespeare no es un buen poeta, ya que las obras sin literatura son mejores. En esa época Borges ya pensaba que el bardo "se emborrachaba con las palabras", que era "irresponsable":
BORGES: «Cuando uno sabe que [Shakespeare] inventó las palabras, los versos parecen menos admirables… Uno descubre al macaneador».
BIOY: «Serían más feos entonces que ahora».
Con todo, salvaba a Macbeth, sostenía que era una obra excelente y no se cansaba de elogiarla. Pero el proceso de lectura detenida ciertamente empeoró la opinión que Borges tenía de la obra. En 1970, un año después de esa primera apreciación sobre Macbeth, empieza a traducirla con Bioy, usando métrica (y rima con las brujas):
BORGES: «A compo­ner endecasílabos, a contar las sílabas con los dedos… ¡Qué ocupa­ción! Estaremos locos. Bueno, por esa ocupación llegaremos a producir la traducción clásica de Macbeth…»
En esa vena entusiasmada, empiezan con mucho vigor e inspiración:
1-BRUJA:
¿Cuándo otra vez,
seremos una sola cosa las tres?
¿En el fragor de la violenta
revelación del rayo y la tormenta?
Pero, a medida que la traducción avanza, la felicidad va cediendo lugar a la cautela: "Cuando uno traduce ve de muy cerca, como con una lupa", dice. Se está poniendo en evidencia esa otra manera de leer a Shakespeare, la lectura literaria, la lectura de la forma, y es en esa luz donde finalmente fracasa con estrépito:
BORGES (conteniendo la risa): «¿Shakespeare es la cumbre del espíritu humano? Mejor no traducirlo; mejor no mirarlo de tan cerca; acabaremos por despreciarlo. ¡Qué dificultad tiene para con­tar las cosas más simples! ¿O estaba tan acostumbrado al estilo grandilo­cuente que no podía decir nada con sencillez?».[...]
leer completo el artículo y sus comentarios en Seikilos, blog de su autor Leandro Fanzone

viernes, 13 de julio de 2012

Reunión-John CHEEVER


La última vez que vi a mi padre fue en la estación Grand Central. Yo venía de estar con mi abuela en los montes Adirondacks, y me dirigía a una casita de campo que mi madre había alquilado en el cabo; escribí a mi padre diciéndole que pasaría hora y media en Nueva York debido al cambio de trenes, y preguntándole si podíamos comer juntos. Su secretaria me contestó que se reuniría conmigo en el mostrador de información a mediodía, y cuando aún estaban dando las doce lo vi venir a través de la multitud. Era un extraño para mí -mi madre se había divorciado tres años antes y yo no lo había visto desde entonces-, pero tan pronto como lo tuve delante sentí que era mi padre, mi carne y mi sangre, mi futuro y mi fatalidad. Comprendí que cuando fuera mayor me parecería a él; que tendría que hacer mis planes contando con sus limitaciones. Era un hombre corpulento, bien parecido, y me sentí feliz de volver a verlo. Me dio una fuerte palmada en la espalda y me estrechó la mano.
- Hola, Charlie -dijo-. Hola, muchacho. Me gustaría que vinieses a mi club, pero está por la calle sesenta, y si tienes que coger un tren en seguida, será mejor que comamos algo por aquí cerca.
Me rodeó con el brazo y aspiré su aroma con la fruición con que mi madre huele una rosa. Era una agradable mezcla de whisky, loción para después del afeitado, betún, traje de lana y el característico olor de un varón de edad madura. Deseé que alguien nos viera juntos. Me hubiese gustado que nos hicieran una fotografía. Quería tener algún testimonio de que habíamos estado juntos.