* de Luis de Góngora
** de Niels Bohr
foto: Samuel Beckett contempla perro y gato, tomado de Entre Gulistán y Bostan

miércoles, 21 de abril de 2010

Del pajarístico al lenguaje de los pájaros-Felipe Cussen

Del pajarístico al lenguaje de los pájaros*
From "pajarístico" to the language of the birds

Felipe Cussen
Universidad Diego Portales. Santiago, Chile.
felipe.cussen@udp.cl
Acta Literaria N°39, II Sem. (91-103), Concepción, 2009.


[...]

En uno de sus poemas más conocidos, Juan Luis Martínez define el pajarístico como "una lengua transparente y sin palabras" (1985: 89). Este concepto surge dentro de un marco referencial extremadamente cargado y movedizo (así lo advierten Enrique Lihn y Pedro Lastra en sus Señales de ruta de Juan Luis Martínez), envuelto por la ironía y el humor, lo que hace muy difícil que podamos considerar cualquier explicación suya como seria y rotunda. Aunque perfectamente podríamos despacharla como otro caso de parodia academicista dentro de esta obra, me propongo indagar más profundamente en su contenido a fin de interpretar algunas de sus ramificaciones.

De partida, el término surge bajo un título algo rimbombante: "OBSERVACIONES RELACIONADAS CON LA EXUBERANTE ACTIVIDAD DE LA 'CONFABULACION FONETICA' O 'LENGUAJE DE LOS PAJAROS' EN LAS OBRAS DE J. P. BRISSET, R. ROUSSEL, M. DUCHAMP Y OTROS" (1985: 89). Desde aquí podemos tender una primera línea de relaciones, ya que se alude a una serie de autores cuyas escrituras se caracterizan por la obsesión con los juegos lingüísticos. Si comenzamos por los "otros" que no se mencionan, cabría mencionar a algunos que marcan su presencia a lo largo de La nueva novela, como Ferdinand de Saussure (por sus investigaciones sobre los anagramas), Stéphane Mallarmé (particularmente por Les mots anglais), junto a Jean Tardieu, Lewis Carroll y Edward Lear por la inspiración que reciben de las rimas infantiles. Este lenguaje en constante mutación podría asimilarse incluso a las continuas referencias a la poesía china en La nueva novela, como plantea Marcela Labraña (1999), ligándolo a procedimientos como los palíndromos, acrósticos y caligramas (3). Duchamp merece ser aludido por los frecuentes juegos de palabras en sus escritos, y en títulos como "L.H.O.O.Q." para su Gioconda con barba, cuyas letras pronunciadas en francés suenan "Elle a chaud au cul" ("tiene calor en el culo") (Mink, 2004: 63) o su transmutación en "Rrose Sélavy", que también se escucha como "Eros c'est la vie" ("Eros, eso es vida") (71). Por su parte, toda la obra de Raymond Roussel podría considerarse como una máquina productora de listas, rimas, variaciones y malentendidos. El espacio que permite esta proliferación es la distancia abierta entre las palabras y las cosas, como plantea Michel Foucault (2006) a propósito de Nouvelles impressions: "El vacío descubierto entre máscara y rostro, entre apariencia y realidad, hasta en el espesor ambiguo de las palabras, ese vacío que había que cubrir con tantas figuras fantásticas y meticulosas, se revela como un hervidero de riquezas en mostacilla" (2006: 173).

Jean-Pierre Brisset nos resulta bastante menos conocido, aunque quizás bastaría presentarlo como un personaje igualmente excéntrico que el Professeur Froeppel creado por Tardieu, cuyos problemas se propone resolver Martínez. En sus tratados (La science de Dieu, de 1900, y su posterior edición, Les origines humaines, de 1913) estudia concienzudamente distintas homofonías, pero en vez de potenciar su carácter absurdo o lúdico, da rienda suelta a sus ambiciosas especulaciones filosóficas y metafísicas. Su propósito es encontrar el origen común que tendrían los vocablos que comparten una misma sonoridad, llevando el estudio etimológico hasta la esencia misma del Verbo creador. Así lo afirma en una cita recogida por André Breton (1991) en su Antología del humor negro: "La palabra que es Dios ha conservado en sus pliegues la historia del género humano desde los primeros días, y en cada idioma la historia del pueblo respectivo, con una seguridad y una irrefutabilidad que confundirá tanto a ignorantes como a sabios" (1991: 204). Breton, además, reafirma exactamente la misma ligazón que propone Martínez en su título: "Es sorprendente que la obra de Raymond Roussel y la obra literaria de Marcel Duchamp, se hayan producido, a sabiendas o no, en conexión estrecha con la de Brisset" e indica su influencia sobre "recientes ensayos de dislocación poética del lenguaje" (1991: 206), como los de Desnos, Leiris, Michaux y Joyce, entre otros. Quizás este tipo de modelos (además, evidentemente, del "glíglico" de Julio Cortázar) serían los que tendría en cuenta nuestro autor para componer los versos que ofrece para comentar en sus "Tareas de poesía": "Tristuraban las agras sus temorios / Los lirosos durían tiestamente" (1985: 95).

De cualquier modo, en todos estos casos, más que asociar el pajarístico a una lengua transparente o silenciosa, nos viene a la mente un lenguaje en perpetua ebullición, la confabulación fonética también mencionada en el título que comentamos. La relación entre estos términos contrapuestos se explica en la nota asociada a este texto ("NOTA 5. OBSERVACIONES SOBRE EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS"), donde se detalla la relación entre ambos términos: "El Lenguaje de los Pájaros o Confabulación Fonética es un lenguaje inarticulado por medio del cual casi todos los pájaros y algunos escritores se expresan de la manera más irracional posible, es decir a través del silencio. La Confabulación Fonética no es sino la otra cara del silencio" (126). Eso es lo que hace de ésta una comunicación fallida en términos prácticos: "A través de su canto los pájaros / comunican una comunicación / en la que dicen que no dicen nada" (89). Además del carácter inútil de este tipo de lenguaje (en el que insiste Óscar Galindo (2000) en su detallado análisis), vale la pena mencionar una interesante filiación de este concepto propuesta por Marcelo Novoa (2004):

hay un libro de Pablo De Rokha, Ecuación, es de los años 30, allí explica su estética por medio de aforismos y dice '¿qué canta el pájaro?, el pájaro sólo canta lo que se escucha del canto del pájaro, por tanto lo que nosotros oímos no es el canto del pájaro sino que, etc.', que sería una tautología, un recurso expresivo que Juan Luis transformó en pajarístico, entendió lo que quería decir De Rokha y lo continuó (Novoa: 2004).[...]seguir leyendo en:

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