Me convencí de que sólo disponía, para salvarme, de aquella noche que estaba empezando más allá del balcón excitante, con sus espaciadas ráfagas de viento cálido. Mantenía la cabeza inclinada sobre la luz de la mesa; a veces la echaba hacia atrás y miraba en el techo el reflejo de la pantalla de la lámpara, un dibujo incomprensible que prometía una rosa cuadrada. Tenía bajo mis manos el papel necesario para salvarme, un secante y la pluma fuente; a un lado, sobre la mesa, el plato con el hueso donde la grasa se estaba endureciendo; enfrente, el balcón, la noche extensa, casi sin ruidos; del otro lado, el silencio inflexible, tenebroso, del departamento vecino.
fragm. inicial del cap.4-La salvación-de La Vida breve-edit. edhasa-1977
Maculatura número 1-1955-J.J.THARRATS
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