* de Luis de Góngora
** de Niels Bohr
foto: Samuel Beckett contempla perro y gato, tomado de Entre Gulistán y Bostan

miércoles, 31 de marzo de 2010

fragm.de EL JABÓN-Francis PONGE-

DE LA CONFUSIÓN ESPONTÁNEA DEL JABÓN EN LAS AGUAS TRANQUILAS

Porque en el agua, se me objetará, ¡qué inferioridad! Se funde a simple vista, se pierde casi instantáneamente. En efecto, en este medio parece dar muestras de una inferioridad manifiesta...Sin embargo, observemos más de cerca.
Tampoco aquí pienso que se le puedan, con alguna justicia o razón, adelantar expresiones peyorativas. Y a decir verdad me río por adelantado de vuestra confusión -cuando hayáis observado atentamente la manera como se confunde el jabón mismo en el líquido-, pues entonces sentiréis vuestra propia inferioridad en el tiempo y en el suero de las razones eternas. Y quizá ya imagináis el partido que voy a sacar de aquí, el brillante trozo de bravura al cabo del cual, ciñéndome a la función propia del jabón, os deslumbraré con la evidencia de su, de mi genio, y con la verdad que transporta. Todas las críticas que tenéis preparadas sobre el lado mezquino de este tema, sobre su amaneramiento y mi forma banal de tratarlo, serán risiblemente desementidas, se encontrarán de golpe copiosamente ridiculizadas por raudales de una luz cegadora. Pero todavía no hemos llegado a ese punto.

Observemos, pues, el comportamiento del jabón en el fondo de una cantidad de líquido cuando, por olvido o inadvertencia, su dueño lo ha abandonado. Constatamos en seguida que no lo resiste bien, que se deshace casi inmediatamente. Pero casi al mismo tiempo tendremos que constatar que también ahí da muestras de una dignidad bastante particular.
Antes que dejarse rodar por las aguas, como los guijarros, las piedras naturales, el jabón prefiere fundirse instantáneamente. Y ¿por qué tendría que pasarse la vida dejándose sobar unilateralmente por las olas, cuando sabe y tiene conciencia de formar un menage a trois, de formar parte de un trío, y sólo representa su parte a gusto y con brío en esas condiciones?
Y aunque cara a cara con el agua no se interese en la cuestión y se deshaga con una pasividad perfecta, no se presta en absoluto a un juego de empujones, de golpes y porrazos amistosos.

Se pega más bien al fondo y -¿cómo diría yo?- no diré que rinde su alma, pues es su cuerpo entero lo que se dispersa en humaredas perezosas y en regueros fuliginosos, tan lentos para emocionarse como para desaparecer. Todo su cuerpo rinde el alma en humaredas lentas en disiparse. O más bien rinde su cuerpo al mismo tiempo que su alma, y cuando ha rendido el último aliento es cuando desaparece la última huella de su cuerpo.
Lejos, pues, de dejarse sobar por las aguas, prefiere fundirse como acabo de decir. Y no creo que eso pueda dejar a nadie indiferente. No hay ninguna razón para subestimarlo. De hecho el agua culpable aprende la primera qué atenerse. Ahí está, profundamente turbada, en un volumen relativamente considerable. Se encuentra desfigurada y privada de esa maravillosa limpidez y lucidez interior que le vale habitualmente su buena conciencia. Que le vale sobre todo, pensándolo fríamente, su costumbre de relegar ordinariamente, en su fondo o en su superficie, los cuerpos que vienen a visitarla; y esto en razón de una densidad bastante única que salvaguarda enormes cantidades de líquido.
Dándose el caso de que con las piedras, pro ejemplo, el agua actúa con una especie de indiferencia o de desenvoltura. Y aunque acaba por usarlas, no por eso se modifica. Deja caer inmediatamente al fondo las parcelas o fragmentos que arranca o conquista a su víctima; y así sus ojos pueden permanecer tan claros y tan fríos. Pero se decanta instantáneamente. Y aunque por cierto la lucha del agua con el guijarro es infinitamente más larga que con el jabón ¿puede decirse que es más difícil? El agua la prosigue como sin darse cuenta, sin interesarse, sin inquietarse y como maquinalmente. Tiene otras muchas cosas que hacer, y al mismo tiempo realiza bastantes otros deberes: lleva a cabo otras actividades, otras ocupaciones imperturbablemente. Nunca piensa que en esta lucha pueda ser vencida ni seriamente turbada. Como tampoco da la impresión de ello. Y aunque muy lentamente, aparece victoriosa en todo momento.
En cambio, le es bien difícil desembarazarse del jabón y de las huellas de su crimen. El jabón se venga de la humillación que le hace sufrir el agua mezlándose íntimamente con ella y desposándola de la manera más ostensible. Este huevo, este llano rodaballo, esta pequeña almendra, se desenvuelve rápidamente en pez chino, con sus velas, sus kimonos de anchas mangas, y así festeja sus bodas con el agua. Y allí mismo, y gracias a una prestigiosa puesta en escena, opera su confusión con el líquido y la desaparición de su forma en toda memoria. (Al mismo tiempo se disuelve la memoria de toda suciedad.) En cuanto a las aguas, quedan profundamente turbadas e impresionadas. Una enorme cantidad, como ya he dicho, desfigurada. Y seriamente castigadas, sólo conseguirán desembarazarse del jabón y de las huellas de su crimen gracias a un considerable aflujo de refuerzos en masa y de una agitación muy significativa de la emoción, de los remordimientos que siente, en fin, gracias a la cantidad. Recurriendo a la cantidad. Aquí es la cantidad quien ahoga la calidad, la vuelve indistinta, proporcionalmente (o relativamente) indiferente o insignificante. Insignificante, esto está dicho demasiado aprisa...
En este momento saquemos el jabón del agua y consideremos a cada uno de los dos adversarios.
Él, púdico, ocultándose, huidizo, secreto y heróico, dispensándose a un ritmo inquietante... lo que se llaa llevar una existencia disoluta...mal chico por pudor y dignidad...Circula, huye, hace mil payasadas, se cubre de velos y finalmente prefiere disolverse antes que dejarse sobar, antes que dejarse tragar unilateralmente por las aguas.
Puede suceder que lo perdamos y que tengamos que buscarlo a tientas, muy disminuído, medio fundido, reblandecido, ojeroso e irreconocible como quien ha "vivido demasiado". ¿Y vamos a lamentarlo? No por cierto. Aunque lo encontremos más pequeño, disminuido, extenuado a veces y adelgazado al máximo, la dignidad está a salvo...

En cuanto a ella, un enorme volumen turbado, desfigurada...
¿Quién es el vencedor de los dos?
Etc...

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de El jabón-Francis Ponge-trad. T.Garín- edit.Pre-Textos-1977

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