Todo sueño es la inmovilidad de un movimiento. Pues no existe estado alguno, situación ninguna en la vida humana, de completa inmovilidad. La vida en su estrato más elemental, en su límite con la no vida, es tensión, conato de movimiento, predisposición a un movimiento o movimiento reprimido, apresado. Y los sueños nacen de esta imposibilidad, de esta absoluta quietud en el necesario reposo. Vida primitiva por ello, primaria, vida rebelde y en rebelión que reitera el ímpetu primero de atravesar lo que se opone. Por eso todo sueño tiene carácter, por quieto y apacible que sea su contenido, por lo que la vida tiene en su origen primero de oscura lucha, casi de delito, de perturbación del orden establecido.
Entre el continuo que sirve de fondo al ser que duerme, a la vida que se detiene para proseguir, y la atemporalidad, nacen los sueños, esta pseudovida o vida primaria, auroral, manchada en su origen por tener que abrirse paso, por no ser dada en un medio enteramente apto para recibirla. Una vida que busca su lugar, que desciende. Pues es la vida de un alguien que la deja caer, que cae él mismo.[...]
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tomado de Los sueños y el tiempo-María ZAMBRANO-edit. Siruela
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